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domingo, 24 de julio de 2011

OMISIÓN


Alguna vez, a lo largo de nuestra vida, nos habrán dicho e incluso recalcado que debemos omitir ciertas conductas y juicios de valor, que pudieran dañar o menoscabar a los demás.

Claro está, que las conductas negativas deben explorarse, atisbarse a sí mismas para poder modificar una aptitud concreta, a tenor de un bien común.
Lo que es muy diferente, es el hecho, de que tengamos que cambiar una serie de comportamientos y actitudes, propias de nuestro elenco emocional, porque éstas no sean afines o compatibles con la idiosincrasia propia de cada persona.

Debemos dar lo que realmente somos. Lo que sustenta nuestro género Humano en lo que representa la totalidad de la Creación.

Cuando se habla de dar, de verter lo mejor de uno mismo al resto de la Humanidad, incluso aunque ésta en algún momento no te comprenda, nuestras capacidades , que son infinitas, rebasando posiciones en la eterna maratón de nuestra vida, quedan sublimadas en lo que se llaman "las virtudes humanas".

El ser como somos, y dar lo mejor que pugna por salir de nuestros corazones , a veces incrédulos de lo que siente en su profundidad, no sólo cambia el mundo, también lo equilibra.

 Así por ejemplo, un sistema montañoso o cordillera, si decidiese omitir su natural crecimiento, aplacando su majestuosidad, y quedarse en una simple colina aislada y solitaria, conllevaría inevitablemente un desequilibrio natural catastrófico. Los océanos se harían dueños de nuestro mundo, e inundarían completamente nuestro planeta.


El ser humano, es la única especie de la Tierra que evita conscientemente el dar, lo que realmente es. Entregar desinteresadamente a la vida, lo que conforma su condición inequívoca como especie y la grandeza de su esencia humana.


¿Alguna vez han visto a un pájaro no cantar, por timidez, por cobardía o por no molestar a los demás? ¿Quizás por desconfianza de sí mismo? Creo que no, ¿verdad?


Omitiría una de las características fundamentales y más bellas de lo que representa su existencia como ser vivo y su lugar en el mundo.


En lo que respecta a la sociedad actual, no debemos abrir paso a la incesante duda que mantiene contenida la carcajada espontánea que genera la acción no omitida de cualquier circunstancia.


Siempre que esta acción responda únicamente a nuestra Humanidad, en lo que se refiere la parte átmica y trascendental del ser humano.

Este fenómeno cobarde y ambivalente que actualmente está asolando nuestras sociedades y especialmente la sociedad española, ya ha conseguido tener la categoría de fenómeno social, y es lo que provoca que otras personas abusando de su propia libertad y aprovechándose de la nuestra, que se muestra ensimismada en un falso confort material, estén decidiendo por nosotros en cuestiones determinantes para nuestras vidas.


A veces, por comodidad, otras por falta de la leve violencia necesaria en cualquier cambio, rebeldía interna, e incluso por la propia inercia de la vida; cuando debemos atender reclamos apremiantes y obligados (familia, hijos, pareja, trabajo...), es cuando catalogamos el mundo como algo exógeno a nosotros mismos y preferimos mirar de soslayo, si es que lo hacemos, la realidad de nuestro momento social.


Las sociedades, las creamos nosotros. Y éste hecho es la manifestación de nuestro poder como seres humanos en la Tierra. Y la forma de llevarlo a cabo, es mediante una constante y perpetúa intromisión. Sólo en esa colaboración sensata entre acción e intromisión, podemos actuar y mover los hilos de los diferentes telones y marionetas que conforman nuestro mundo.


¿De qué sirve un pensamiento fugaz, sin el valor implícito de su ejecución? No creo que exista un cisma entre pensamiento y acción, al menos, en nuestro nivel humano. Pero sí creo, que podemos poner en marcha las fuerzas necesarias para que el pensamiento se movilice y que no quede paralizado o estancado por aguas que no fluyen.


La energía del pensamiento, una vez interiorizada, hecha consciencia y madurada en nuestro interior, debe expandirse en un "irremediable impulso centrífugo" de todo lo que sentimos y pensamos hacia todo lo que nos rodea.


Mediante esa acción madura, expandimos nuestro ser y esparcimos las semillas necesarias para abonar yermos territorios asolados por las bajezas y tristezas de los Hombres.


Somos fertilizantes en potencia y debemos asumir nuestra responsabilidad innata.



En la relación con los demás, es mejor ser intrometidos hacia alguien que amamos, que omitir aquello que busca respirar por cada poro de nuestra piel.


Preguntar a una persona:"¿Qué te sucede?, es mucho más propio y natural al ser humano que callar y postergar en el recuerdo, aquello que pudo ser , o lo que pudimos haber dicho.


Es importante, que nunca puedan quedar en el pensamiento y gritar en el corazón; las huellas fosilizadas de todo lo que no hicimos por desconfianza o temor.


La prudencia, nada tiene que ver con la actitud omitida. Podemos acotar conductas, eludir comportamientos y no violar una consideración moral que toda persona merece, pero no por ello, debemos negarnos a nosotros mismos, omitiendo lo que realmente somos, apagando la luz de nuestras linternas personales.


Así que, después de todo lo escrito, hace unos días, me acerqué a mi hermana y le manifesté mirándole a los ojos, lo mucho que la quería. Ya sé que ella lo sabe desde siempre, tal vez desde que vino al mundo, pues yo, al ser la mayor, la esperé con mucha alegría y sentí el amor hacia ella mucho antes de que naciera. Pero....ese día, mi corazón necesitaba hablar, sin omitir lo evidente, lo que de mi alma emanaba, lo que pocas veces le dije y qué quizás no vuelva a repetir. Y en días futuros, el recuerdo, será mi amigo, mi fiel aliado, y sabré que nunca omití el decir, "te amo" a las personas que más quise en la vida.



                                                                      IRENE RIOS.